El rincón del director


Confiados en su Misericordia
En otoño e invierno caen hojas de árboles, mueren plantas, invernan animales... Parece que ha vencido la muerte. En primavera, florece de nuevo el campo, brotan hojas y plantas, nacen nuevos animales... Es el milagro de la vida.
Junto al Mar Rojo, llegaba el ejército egipcio e Israel veía la muerte muy cerca. Dios actuó, y su pueblo alcanzó la libertad atravesando el mar a pie enjuto.
El Viernes Santo, en el sepulcro de Jesús, junto a su Cuerpo habían quedado enterradas las esperanzas de Israel y de los Apóstoles; como tantas veces en la historia, habían vencido la muerte, la injusticia, el odio...
Pero el Domingo de Pascua la Resurrección de Jesús iba
a llevar al mundo entero la mejor noticia: la Vida había vencido a la
muerte; el Amor, al Odio; la Justicia de Dios, a la injusticia de los
hombres. Es el misterio de la Pascua: en la naturaleza, en
la historia de Israel, en la vida de Cristo, tras un primer momento en
que vence la muerte, el Señor de la Vida siempre tiene la última
palabra.
También ahora estamos pasando momentos duros en España y el mundo por la actual pandemia,
que siembra dolor y muerte en numerosas familias, así como en
congregaciones religiosas y presbiterios. Además, por primera vez en
muchos años, la mayoría de los fieles católicos se han visto privados de
la participación física en las celebraciones comunitarias de la Semana
Santa y Pascua. Pensemos, sin embargo, que el Señor nos ha concedido
vivir la Pasión más realista posible, junto a un Jesús que sufrió la
soledad y el abandono de los suyos, y que incluso no experimentó
sensiblemente el Amor de su Padre, hasta llegar a decir con el salmista: "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?".
Sí,
Jesús asumió hasta el fondo todo el dolor físico, psíquico y espiritual
de la Humanidad, pero nada de eso le iba a impedir resucitar y
convertir sus llagas en fuente de vida eterna para nosotros. Ya en la
tarde del domingo de Pascua, Jesús les comunica a sus apóstoles su
Espíritu Santo, y con Él, el perdón de los pecados; y ocho días después,
invitará al apóstol más incrédulo, Tomás, a meter su mano en la llaga
del costado y tocar su Corazón, en el domingo que 20 siglos después se
celebraría como la Fiesta de la Divina Misericordia. Una fiesta
instituida por S. Juan Pablo II, que precisamente entró en la vida
eterna en el alba de esa misma fiesta, y que, al igual que han hecho sus
sucesores, nos recordó con frecuencia las palabras de Jesús a Sta.
Faustina Kowalska: "La humanidad no conseguirá la paz hasta que no se dirija con confianza a Mi misericordia".
Desde Radio María invocamos constantemente esa Misericordia de Jesús, apoyados en la intercesión de María, a la vez que queremos hacer llegar el amor y consuelo de sus Corazones a través de nuestras ondas, para que nadie se sienta solo ni abandonado, ni dude de que, una vez más, se realizará el milagro de la Pascua.
Sí, contando con tu apoyo y oración, bajo la mirada de aquella a la que llamamos vida, dulzura y esperanza nuestra, Radio María seguirá transmitiendo la fuerza de la Esperanza que brotó del sepulcro vacío del Resucitado.
¡Santo y feliz tiempo pascual!
Con mi bendición,
